miércoles, 7 de marzo de 2012

Diez ideas para sacarle el jugo a la netbook que se entrega en el cole

Fuente: Clarin.com - Educación
Expuesto el: Lunes, 05 de Marzo de 2012 12:24 a.m.
Autor: Clarin.com - Educación
Asunto: Diez ideas para sacarle el jugo a la netbook que se entrega en el cole

 

Expertos en educación e informática explican cómo aprovecharla en el estudio y el entretenimiento.


Ver artículo...

¿cómo mejorar la calidad educativa?

Mejorar la calidad educativa, clave en la agenda política Expertos analizaron los cambios que deberían impulsarse en los próximos cuatro años Ofrecer competencias laborales para los estudiantes secundarios en zonas necesitadas; extender la jornada escolar; lograr equidad salarial entre los docentes de las distintas provincias fueron algunas de las propuestas planteadas por especialistas en el debate "La agenda presidencial 2011-2015: ¿es posible mejorar la educación en la Argentina?", que se desarrolló en la Universidad Torcuato Di Tella. Con el ex ministro de Educación porteño, Mariano Narodowski, como moderador, intercambiaron apreciaciones sobre calidad educativa Axel Rivas, del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), el ex ministro de Educación de la Nación Juan Llach y Mariano Palamidessi, coordinador del curso regional de formulación y planificación de políticas públicas del instituto internacional de planeamiento de la educación (IIPE Unesco). Rivas presentó un trabajo de Cippec sobre prioridades para la educación. Mencionó como un factor clave "el efecto que ha producido la expansión de las desigualdades y de la pobreza en la Argentina entre 1975-2003". Y planteó: "En Pisa 2009, la Argentina tiene el mayor nivel de desigualdad entre las escuelas que obtienen los mejores resultados y las que tienen los peores resultados". Por eso, considera que "el aumento de la inversión en educación no se tradujo en disminuir las desigualdades". Detalló cuatro propuestas de Cippec: llevar la formación docente a 5 años; escolarización a los 4 años; jornada extendida de 8.30 a 15.30, donde la escuela esté abierta de 6 a 19 y tenga edificio propio, y profundizar la reforma de la educación secundaria, que incluya la concentración horaria de los docentes en una escuela y equidad salarial entre las provincias. Para Llach, hay que ofrecer "competencias laborales en la escuela media en zonas necesitadas". "Hay una pérdida de su sentido, sobre todo para chicos que por razones sociales y económicas ven muy lejos a la universidad", añadió. Para Palamidessi, la desigualdad económica y social no alcanza para explicar el bajo rendimiento en evaluaciones internacionales: "El sistema educativo ha perdido la capacidad de orientar las acciones y de exigir el cumplimiento de las responsabilidades de los actores que componen el sistema". Y explicó: "Estamos en un tercer escalón en el rendimiento de lengua y matemática, por debajo de países que tienen proporción de pobres históricamente mucho más alta que la Argentina y que arrastran déficit mayores que la Argentina". EN VOZ ALTA "Hay que ofrecer competencias laborales en la escuela media de zonas necesitadas" JUAN LLACH. Ex Ministro de Educación "El aumento de la inversión en educación no se tradujo en disminuir las desigualdades" AXEL RIVAS. CIPPEC.

Las pasantías en la secundaria, un aprendizaje complementario

Las anunció el Gobierno; según los especialistas pueden ser muy positivas Por Julieta Molina | LA NACION La publicación del decreto de necesidad y urgencia número 1374/2011, que reglamenta el Régimen General de Pasantías del Nivel de Educación Secundaria a nivel nacional parece merecer las mismas consideraciones de los especialistas en educación. Según pudo confirmar LA NACION, la medida puede ser muy beneficiosa para los estudiantes secundarios, pero debe prestarse especial atención a la forma en la que se implementan las distintas pasantías. En un vacío normativo desde el 2008, cuando se derogó el decreto 340 de 1992, que regulaba las pasantías, las prácticas laborales en la escuela media no estaban reglamentadas. A partir del citado decreto, esta actividad quedó regulada a nivel nacional. Así, la norma define las pasantías como "la extensión orgánica de la educación secundaria en cualesquiera de sus orientaciones y modalidades, a empresas e instituciones, de carácter público o privado, para la realización por parte de los alumnos de prácticas relacionadas con su educación y formación, de acuerdo con la especialización que reciben, bajo organización, control y supervisión de la unidad educativa a la que pertenecen y formando parte indivisible de la propuesta curricular, durante un lapso determinado". Además, se especifica la cantidad de tiempo que los alumnos podrán dedicar a la incipiente inserción en el mundo laboral: "Las pasantías durarán un máximo de seis meses, tendrán una actividad máxima de 20 horas reloj semanales y como mínimo durarán 100 horas reloj. Deberán realizarse durante los últimos dos años de la formación secundaria y requerirán que el pasante mantenga su condición de alumno regular". Y, como contracara, se especifica la cantidad de pasantes que podrán tener las empresas que eventualmente desarrollen estos convenios: "Hasta cinco trabajadores, uno; entre seis y 10 trabajadores, dos pasantes; entre 11 y 25 trabajadores, tres; entre 26 y 40 trabajadores, cuatro pasantes; entre 41 y 50, cinco; más de 50 trabajadores, el 10% de pasantes". El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, aseguró que "las pasantías están muy resguardadas; no hay modo de que detrás de ellas se esconda trabajo ilegal". Y precisó: "Tienen todos los derechos que tiene un trabajador, menos el salarial". "Si pasa de ser un decreto a una ingeniería académica y se garantiza que van a tener un aprendizaje relevante, me parece bien, porque se insertan en un espacio de trabajo y entienden su lógica", detalló en diálogo con LA NACION Guillermina Tiramonti, investigadora del área de educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). "Hay chicos que no tienen contacto con el trabajo formal, con sus exigencias, porque no los rodea nadie que tenga relación con el mundo laboral formal. Allí pueden establecer relaciones y generar contactos, pero tiene que haber un criterio de aprendizaje que los enriquezca porque, obviamente, si los mandás a barrer la oficina, no sirve", prosiguió la especialista. También se mostró de acuerdo con la medida la subsecretaria de educación porteña, Ana Ravaglia, quien explicó que el gobierno de la ciudad posee programas que desarrollan pasantías en la escuela media donde las prácticas son rentadas. "Es reconocer que en el mundo de hoy y en economías no desarrolladas al máximo, como la nuestra, se precisa pensar que muchos chicos saldrán de la escuela media a trabajar. Este tipo de prácticas no les quita tiempo de estudio, no es que van a ir a trabajar y dejan de estudiar. Esto favorece la profundización y recreación de lo que adquieren en el proceso formativo", explicó Ravaglia. Respaldo empresario Por su parte, la Asociación Empresaria Argentina (AEA) emitió un comunicado en el que manifestó su "más pleno apoyo a la decisión del gobierno nacional de impulsar las pasantías educativas de estudiantes secundarios en empresas". "Esto da un marco a las empresas y a las escuelas para realizar pasantías. A partir de aquí debe comenzarse un proceso donde cada empresa y escuela trabaje en el régimen de pasantías que desarrollará", dijo a LA NACION la coordinadora del área de educación de AEA, Cecilia Pasman. "A partir de este decreto las provincias tendrán que adecuar sus normas a la nacional. Para participar en las pasantías, las empresas tienen que definir muchas cosas internas, como en qué área llevará a cabo sus tareas el pasante, quién será su tutor dentro de la empresa, cuál será el plan de formación del pasante, entre otras cuestiones", continuó Pasman. Los estudiantes podrán inscribirse en este sistema de forma voluntaria para luego someterse a un proceso de selección que realizarán las distintas empresas. "El proceso de selección ya es un aprendizaje para los chicos porque les sirve como ejercicio para entrevistas laborales futuras. Las prácticas profesionalizantes no reemplazan lo que aprenden en la currícula, lo complementan", concluyó Pasman.

lunes, 5 de marzo de 2012

Cada vez hay más escuelas solidarias. Ya son 15.000 las instituciones cuyos alumnos ayudan con materiales y conocimientos a otras comunidades

Por Silvina Premat | LA NACION Los chicos del Mariano Acosta, en el frente la escuela Bienvenida Sarmiento N°104, de San Juan. Foto: Gentileza Gustavo Gagna Dedicar un mediodía a la semana para ir a servir el almuerzo a ancianos indigentes que viven en un hogar. Dejar, durante un viaje de estudios o de egresados, alguna excursión prevista para ir en cambio a trabajar la madera con un grupo de aborígenes. Construir dispositivos de energías alternativas (paneles solares, molinos de viento u otros) para barrios de sectores necesitados. Medir el grado de contaminación del agua de los tanques de los propios vecinos. Estas son sólo algunas de las prácticas educativas solidarias que cada vez ocupan más espacio en los calendarios escolares. Hasta el momento unas 15.000 escuelas, de las 45.000 que hay en todo el país, llevan adelante algún tipo de actividad de lo que se conoce como aprendizaje en servicio. "En las escuelas argentinas siempre hubo tradición solidaria; lo nuevo es la gran cantidad de escuelas que en los últimos años han comenzado a proponer a sus alumnos que ofrezcan a la comunidad los conocimientos que adquieren estudiando", dijo a LA NACION Nieves Tapia, pionera y coordinadora hasta el año pasado del Programa nacional de educación solidaria, creado en 1997 en el ámbito del Ministerio de Educación de la Nación, y que otorga desde 2000 el Premio Escuelas Solidarias. Tapia, actual directora del Centro latinoamericano de aprendizaje y servicio solidario (Clayss), explicó que "no se trata de juntar cosas o dinero y repartirlo a los pobres sino que las escuelas dan a la comunidad lo que sus chicos aprenden o crean por ellos mismos". Cita como ejemplo la experiencia de una escuela en Berisso, cuyos alumnos investigaron sobre la historia local con la intención de impulsar emprendimientos turísticos en su zona, o la campaña de prevención del dengue que hicieron los chicos de varias escuelas de Puerto Libertad, en Misiones, durante el año pasado y que lograron que su localidad sea una de las que tiene menor índice de esa enfermedad en la provincia. Crecimiento Tapia recordó que en 1997, cuando junto con su equipo comenzó el programa solidario, le costó encontrar cien proyectos de ese tipo en las escuelas. "El crecimiento fue impresionante", señaló Tapia. Sólo los proyectos que se presentaron en las seis ediciones que ha tenido el Premio Escuelas Solidarias desde su creación en 2000, son 26.400, desarrollados por 15.000 de las 45.000 escuelas de todo el país de todos los niveles y tanto públicas como privadas, en los que se han involucrado unos dos millones de chicos. Pudo haber ayudado también a este crecimiento la difusión del premio del ministerio y la inclusión de las prácticas de aprendizaje en servicio, en 2006, en la ley nacional de educación. "Se trata de educar a los chicos desde pequeños a estar siempre dispuestos a dar una mano o hacer una gauchada a alguien", dijo a LA NACION José Rohr, responsable de las numerosas actividades solidarias desde hace casi una década y media en el Colegio Marín, de San Isidro. Allí, como en otros colegios de la zona norte, como el San Andrés o el Michael Ham, por poner sólo algunos ejemplos, se llevan adelante prácticas solidarias desde hace más de una década. La satisfacción que esto genera en los chicos es unánime. Algunos establecimientos porteños también desarrollan proyectos. Es el caso de la Escuela Superior Normal N°2 Mariano Acosta, donde desde hace 32 años un grupo de alumnos, ex alumnos y docentes viaja anualmente a tres localidades de la provincia de San Juan para ayudar durante más de una semana a escuelas o a lugareños según sus necesidades más urgentes a levantar sus casas, instalar conexiones eléctricas o sanitarias. Este año el Mariano Acosta planea, con esfuerzo, continuar con su misión. Investigaciones de los profesionales de Clayss muestran que en las escuelas que desarrollan estos proyectos no sólo mejoró la convivencia sino también el rendimiento académico. "Hace falta saber mucho más para cambiar algo en la comunidad que para dar bien un examen", dijo Tapia, que pasado mañana viaja a Trento (Italia) invitada por el gobierno local para capacitar a directivos y docentes en aprendizaje en servicio. La clave para que los estudiantes adhieran a proyectos de este tipo es, según la vasta experiencia de Tapia, que los docentes que los proponen crean realmente en estas iniciativas y den protagonismo a los chicos. "Esto no funciona en los colegios en los que les dicen: «Este año tienen que ser solidarios y hacer esto o aquello»", ejemplificó.

viernes, 2 de marzo de 2012

La escuela que limita la computadora

Por Juana Libedinsky | LA NACION NUEVA YORK.- Parecen adolescentes normales, vestidos con los típicos buzos con capucha, pantalones chupines, zapatillas y mochilas. Se los ve salir de la escuela con objetos de cerámica en la mano (son famosos por el énfasis que ponen en las manualidades), pero, consultados, dicen que saben manejar cualquier iPad. Son los alumnos del Rudolf Steiner, el primer colegio Waldorf de Estados Unidos, un sistema educativo que, si bien tiene casi cien años, acaba de levantar una enorme polémica. Resulta que en pleno Silicon Valley, los grandes popes de la industria tecnológica -muchos de ellos con empresas que venden hardware y software educativo para las escuelas- mandan a sus hijos a una institución de esta filosofía, que rechaza en un principio y luego pone muchos más límites que la escuela norteamericana promedio al uso de las computadoras en el aula. La noticia, publicada en la tapa de The New York Times, tocó todo tipo de sensibilidades. Por un lado, algunos resaltaron que aquellos que trabajan en la industria tecnológica saben que la ventaja competitiva en el sector no viene de saber usar una computadora desde temprano, sino de tener la estructura mental que permite la resolución creativa de problemas, y que eso se aprende de los seres humanos y no de las máquinas. También destacaron que es un error que en la educación actual se invierta en computadoras más que en entrenar mejor a los maestros, entre otras razones porque la tecnología se pone obsoleta enseguida. Otros, en cambio, acusaron a estos padres de Silicon Valley de hipócritas, creando para las masas productos que ellos mismo desprecian. También los acusaron de esnobismo: son personas pudientes cuyos hijos van a tener computadoras en su casa, así que no importa que no las tengan o no usen mucho en la escuela. Además, tienen bibliotecas y la posibilidad de viajar, cosas que estudiantes de menores recursos ni soñarían y para quienes la computadora es una ventana fascinante. Para un tercer grupo, mientras las computadoras sean usadas como cualquier otra herramienta en la clase, sus efectos simplemente serán tan positivos o negativos como quien las maneje disponga. D e esta manera, lo que empezó como una nota "de color" en el matutino, terminó siendo el eje de un debate nacional sobre los efectos de la tecnología para la democratización del conocimiento versus los efectos nocivos que pueda tener sobre el razonamiento. Y aunque muchos se manejan con certidumbres, la respuesta final todavía parece lejana.