miércoles, 28 de diciembre de 2011

"Hay que enseñarles a los chicos a convivir"

"Hay que enseñarles a los chicos a convivir" Lo dijo Mario Bunge al restarle importancia a las computadoras
Por Silvina Premat | LA NACION Bunge, que hoy cumple 92 años, disertó ayer en la Legislatura. Foto: Fernando Massobrio Para el filósofo y epistemólogo Mario Bunge, que hoy cumple 92 años, antes de enseñar a los niños a usar las computadoras hay que enseñarles a usar las manos y a convivir con otros. Invitado por la diputada porteña de la Coalición Cívica Diana Maffía, el polémico intelectual autor de un Tratado de filosofía en ocho volúmenes, disertó ayer en la Legislatura y respondió a preguntas del público. "Hay que introducir a los niños en manualidades y actividades prácticas, no tanto repartir computadoras porque igual los chicos aprenden eso fuera de la escuela. Es preciso que todo chico sepa cultivar un jardín, que aprenda a cocinar, a lavarse la ropa y naturalmente a convivir", dijo al responder a un interrogante sobre cómo hacer más eficiente la educación. Bunge, que dedicó su vida a la docencia y al desarrollo y promoción de la investigación científica y filosófica, fundamentó su afirmación en la generalizada "creencia de que basta dar una computadora a un chico para que sea una persona civilizada. Y no es así, eso no basta y ni siquiera es necesario". Continuó: "No se puede mejorar la educación si no se procura llenar la barriga de los estudiantes, mejorar su estado de salud y si no se enseña a enseñar; si no se forma mejor a los maestros. Cuando a los maestros se les obliga a leer a autores posmodernos se les deforma el cerebro y son incapaces de formar cerebros infantiles". Y explicó: "El problema de la educación es sistémico y por eso requiere una solución sistémica. Hay que reformar la política, la economía y la educación al mismo tiempo". Para Bunge "sin ninguna duda" habría que reducir la jornada laboral de los maestros. "Es necesario que las maestras puedan seguir estudiando y ponerse al día", dijo, y comentó que hay investigaciones que prueban que "el trabajo de una maestra es mucho más estresante que el del piloto de una aerolínea". Abogó para que los maestros estén en buen estado de salud. "No queremos maestros agotados, fatigados, sin ganas y deseando jubilarse lo antes posible", dijo. El vicepresidente primero de la Legislatura porteña, Oscar Moscariello (Pro), quien junto con la diputada Maffía presentó a Bunge, destacó que el trabajo del intelectual argentino que reside desde hace décadas en Canadá, no puede ser reducido a la física y la filosofía. "Bunge es un pensador integral, un humanista siempre dispuesto a combatir a sus contrincantes desde el pensamiento y la palabra y a defender su visión con una elegancia y uso de la ironía que regocija a quien lo sigue y admira", manifestó Moscariello. Maffía, por su parte, anunció que la Legislatura de la ciudad aprobó un proyecto de su autoría para colocar una placa recordatoria de la Universidad Obrera Argentina, fundada por Bunge a principios del siglo pasado, en una de las sedes en las que funcionó, en Adolfo Alsina al 2700. Durante la disertación, denominada "Estados de Derecho justos e injustos", Bunge también afirmó que "en política no hay sistemas legales puros" y que "un Estado puede tener legitimidad jurídica y carecer de legalidad política". Y advirtió: "Cualquier forma de conducta humana puede legalizarse por lo que no basta la ley jurídica, ni siquiera la legitimidad política sino que también es necesaria la legitimidad moral".

¿Una nueva enfermedad? Tecnología + estrés = tecnoestrés

Desde hace poco menos de 20 años se viene hablando del Tenoestrés como un problema en crecimiento que afecta no solo a niños, sino que también los adultos se hallan implicados. Ansiedad, problemas de memoria, de sueño y otros son sus manifestaciones. Las computadoras, los celulares y los videojuegos son los que se apuntan como prioritarios en su producción. IntroducciónDesde las herramientas primitivas hasta los superequipos de computación, a lo largo de la historia siempre hu-bo un cierto resquemor acerca de las novedades tecnológicas, aunque la aparición y el desarrollo de nuevos aparatos y tecnologías se hacía a un ritmo lento y digerible.Pueden rastrearse en muchos libros de ciencia-ficción distintas preocupaciones acerca de los avances en esta materia. Por ejemplo el mítico Nautilus de “20.000 leguas de viaje submarino”, de Julio Verne, o la problemática de la robótica en “Yo robot”, de Isaac Asimov, e inclusive algunos mucho más modernos, existe el temor de que las máquinas reemplacen y/o dirijan a los hombres o que se alcen contra la humanidad.Si bien al menos hasta el presente no existe un aparato o una serie de ellos que rocen esa premonición funesta, sin embargo cada nuevo descubrimiento alteró la marcha del mundo. Si ello fue para bien o para mal, es una apreciación muy difícil de hacer. En todo caso, las construcciones del hombre no tienen intencionalidad en sí mismas. Cada una, desde las más elementales hasta las más sofisticadas, son neutras. De hecho, muchas escapan a la intención de sus creadores y se convierten en armas de destrucción aquellas elaboraciones que pretendían ser un aporte beneficioso para las personas, como el caso del descubrimiento de Alfred Nobel. Hasta una simple cuchara puede servir para alimentar o como un arma letal, depende con qué intención se la empuñe. El tema es que la gran mayoría de los productos de la tecnología se crean con la finalidad de mejorar algún aspecto de nuestra vida.En los últimos treinta años hemos asistido a una aceleración exponencial de nuevos elementos tecnológicos que, como tales, tienen sus efectos, uno de los cuales es lo que se denomina Tecnoestrés. Qué esEl término fue acuñado por primera vez en 1984 por Craig Brod, quien en su libro “The Human Cost of the Computer Revolution” (el costo humano de la revolución de la computadora) definió a este fenómeno como “enfermedad moderna de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías del ordenador de manera saludable. Se manifiesta de dos maneras diferentes aunque relacionadas: en la resistencia a aceptar la tecnología de los ordenadores y en la forma más especializada de hiperidentificación con ella”.Pero el concepto fue avanzando, así como las innovaciones tecnológicas, lo que trajo una gama de aparatos increíblemente amplia que rodean nuestra vida: celulares, computadora, televisión, videojuegos, etc., que pueden llegar a crear una verdadera dependencia.El Tecnoestrés conoce dos formas; la adicción y la tecnofobia. Esta última, relacionada con la resistencia que los cambios tecnológicos produjeron a lo largo de la historia, es, precisamente la conducta de oposición a las nuevas tecnologías.El problema es que de todas maneras la vida moderna expone constantemente al contacto con aquello mismo que se quiere evitar. Es que sea por un celular, un cajero automático o la computadora, es prácticamente imposible hoy en día estar alejado de ello. Además, se genera lo que algunos autores denominan como los nuevos analfabetos, es decir, personas que, por su oposición a utilizar estos aparatos o por la imposibilidad económica de acceder a ellos, quedan ubicadas en un lugar marginal por no conocer su uso. E, incluso, no conocen la jerga que le es atinente a estos nuevos (o renovados) aparatos.Desde esta perspectiva, la tecnofobia no es una respuesta válida, porque, además de ser simplemente reactiva, marginaliza y también produce estrés, porque, al menos en las ciudades, es prácticamente imposible abstraerse de la tecnología.El otro aspecto en que se manifiesta es el de la adhesión incondicionada.Hace años que se viene discutiendo cuáles son los efectos de la computadora y los videojuegos en los niños, a lo que ahora se agrega la universalización de los celulares, que, lejos de ser nada más que un teléfono portátil, ahora integran novedosas funciones, que permiten jugar, conectarse a internet, chatear, enviar mensajes de texto, etc.Muchos educadores, psicólogos, psiquiatras y neurólogos creen que una parte de los trastornos de conducta de los niños provienen de la exposición desmedida a contenidos no apropiados para ellos que recaban en sus exploraciones en la red, en las emisiones de televisión y en videojuegos violentos (existe uno que va por su 5ª versión en el cual el objetivo es robar autos, atropellar peatones y matar policías, por ejemplo), pero también por la utilización constante y el apego cuasi patológico de aquellos que no pueden despegarse de alguna de las formas de estar conectados constantemente.Pero no sólo son los niños los amenazados por el Tecnoestrés. En México, se estima que el 25% de los adultos entre 25 y 55 años experimentan la compulsión de obtener el último de los aparatos, los que cambian y se renuevan con tanta rapidez que a los pocos meses (o, a veces, semanas) de adquirir uno, ya resulta obsoleto.Uno de los ámbitos en los que se reporta mayor incidencia de esta alienación es en el laboral. En este sentido, Alejando Córdoba, presidente de la Asociación Nacional de Especialistas de Salud Mental del Instituto Mexicano de la Seguridad Social, señaló que esta patología está asociada al Síndrome de Burnout o de agotamiento, por el desgaste profesional que implica el uso "continuo, cotidiano y constante" de la tecnología, lo que lleva a una sensación de fatiga y a un importante desgaste físico.Así, en lugar de desconectarse del trabajo una vez que termina el horario laboral y disfrutar del ocio, muchos empleados continúan respondiendo mensajes vía mail, mensajes de texto o a través de pagers, lo que también ocurre en los períodos de vacaciones. Por su parte, Michelle M. Weil y Larry D. Rosen (ambos psicólogos, profesores universitarios y reconocidos como expertos en Psicología de la Tecnología), autores del libro TechnoStress: Coping With Technology @WORK @HOME @PLAY, sostienen que “en los últimos 15 años, como la tecnología se ha convertido en una parte prevalente en nuestras vidas, hemos visto cómo el Tecnoestrés se desarrolla e impacta en la vida de las personas, en su familia y en el ámbito laboral”. Aseguran que el 85% de la población se siente incómoda con la tecnología, aun aquellos que aparentemente disfrutan de ella, porque produce frustración, intimida y causa distrés, que es una forma altamente patológica del estrés.Pero no solo estar conectado constantemente genera problemas, sino que la desconexión es otra de las causas. En efecto, la falta de señal, el mal funcionamiento, las dificultades para acceder y cualquier inconveniente derivado del uso que lo impiden o entorpecen es posible que dispare síntomas. Otro tanto ocurre cuando se actualiza el software o el aparato que ya se tenía dominado y hay que aprender a usar otro, lo que también puede producir episodios estresantes.Si bien ello no tiene que ver específicamente con el Tecnoestrés, también existen sospechas, hasta ahora sin fundamento científicamente comprobado, de que la exposición prolongada a muchos de estos aparatos modernos puede traer consecuencias serias para la salud. Por ejemplo, tantas horas frente a un monitor, por más baja que sea la radiación, podría producir problemas en la vista. Por su parte, tanto los celulares como las antenas por las cuales se captan y se envían las señales son fuente de radiaciones electromagnéticas, las que, aparentemente, al estar controladas, no producen más que alteraciones mínimas en las ondas cerebrales, sin daño, aunque se sabe que, superado un cierto umbral, pueden ser dañinas. Por algo hay en todo el mundo fallos judiciales y reglamentaciones para su instalación que prohíben que ellas se ubiquen en las cercanías de espacios poblados. Los síntomasEl síntoma principal asociado al Tecnoestrés es la ansiedad, la que se manifiesta a través del aumento de la irritabilidad, dolores de cabeza, fatiga mental, depresión, pánico, problemas para conciliar el sueño, pesadillas, sentimientos de indefensión, entre otros.Por otra parte, el tema de dividir la atención en un cúmulo de tareas que la requieren simultáneamente, hace que en muchas ocasiones no se pueda pensar con claridad, creando confusión y errores de juicio, no solo en el entorno laboral sino en la vida de relación en general. La estimulación constante hace que se deba responder inmediatamente, creando lo que Weil y Rosen denominan la “locura multitareas”, que lleva a saltar de una cosa a la otra sin solución de continuidad, lo que divide no solamente la atención sino al propio sujeto.También se puntualiza que la cantidad de información que se recibe cuando se utilizan desmedidamente ciertos aparatos afecta la capacidad de retención, esto es, la memoria.Paradójicamente se señala que, sobre todo en niños y adolescentes, la sobreexposición comunicativa y la hiperconexión virtual favorecen el aislamiento real, es decir, conductas de encierro en sí mismos y pérdida de conexión con la realidad y, en aquellos que ya tienen una propensión, aumenta las conductas disruptivas. Desde este punto de vista, el Tecnoestrés podría servir de disparador ante algunos problemas conductuales latentes. SugerenciasComo para esta patología no existe medicación alguna que pueda volvernos a la normalidad, los expertos en el tema sugieren algunas conductas a seguir que atemperen sus efectos:1. Dosificar el tiempo que se pasa delante de la computadora. Limitar el uso del celular a lo realmente indispensable.2. Usar la tecnología que resulte más amigable, la que pueda manejarse con mayor comodidad, aunque no sea la última disponible y darse tiempo para adaptarse a la más reciente, en caso de ser necesaria su utilización.3. No depender de los aparatos para comunicarse con aquellos con los que es posible hacerlo cara a cara. En el ámbito familiar, establecer un tiempo cotidianamente para estar juntos, sin artefactos encendidos.4. Dedicar más tiempo a hacer deportes, encontrarse con amigos, programar salidas o realizar cualquier actividad que implique poder reponer las energías y desconectarse. EpílogoComo decíamos al principio, la tecnología, bien utilizada, nos ayuda a tener una vida no solo más confortable, sino que en muchos ámbitos, como en la medicina, nos permite vivir más y mejor.Con esto queremos expresar que no es ella el problema, sino el uso que hacemos el que determina que pueda ser un problema o que realmente nos beneficie. Insistimos en que se trata solamente de herramientas a nuestro alcance.En todo caso, más allá de las presiones consumistas y de las tontas cuestiones de estatus, somos nosotros quienes debemos manejarla y no ella a nosotros.Como con la mayoría de las “nuevas patologías” que siguen saliendo a la luz día a día, nos queda la duda de si estamos ante una realmente nueva o si se trata nada más que de un síntoma de otra cosa, es decir, una nueva segmentación del mercado de la salud en la que algunos desean hacer pie para su propio provecho.En todo caso, habrá que estar atentos a nuevos desarrollos en la materia, porque sea una u otra cosa, el uso indiscriminado de ciertos aparatos tales como computadoras, celulares y videojuegos, quizás más que otros, puede resultar en problemas que más vale prevenir, sobre todo en niños, porque no se sabe a ciencia cierta cuáles son sus efectos a largo plazo. Algunas fuentes:- http://www.eluniversal.com.mx/notas/544841.html- http://extranet.ugt.org/saludlaboral/OPRP/Publicaciones/Folletos/Folleto_Tecnoestres.pdf- http://sneiderhauser.typepad.com/blog/Technostress.pdf- http://www.technostress.com/tsconversation.htm- http://www.technostress.com/tstechnosis.htm- http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-167761-2011-05-08.html

lunes, 26 de diciembre de 2011

Saber más para enseñar mejor

Por Gustavo Iaies | Parece una buena noticia que la Ciudad haya decidido sumarse a una aplicación local de la prueba PISA, sin dejar de participar de la nacional. Los actores del sistema educativo porteño tendrán más información para pensar cómo mejorar las estrategias educativas de sus escuelas. En los últimos años, esta prueba ha ingresado al debate de la política educativa y de la opinión pública, hay quienes la consideran "la" referencia, y aquellos que creen que la prueba no es apta para evaluar a nuestros chicos porque opera con un referente de sistemas educativos muy distintos al nuestro. Sin dudas, esta evaluación puede tener algún sesgo, aunque los países que la aplican participan de su producción y, en tal sentido, han construido un referente capaz de ser comparado con esos sistemas. No parece lógico plantear que sólo podemos participar de una prueba con sistemas iguales al nuestro, porque sería pensar que educamos a nuestros alumnos solamente para vivir en países iguales al nuestro. De hecho, varios países de la región la aplican, incluso algunos como Brasil han fijado algunas de sus metas nacionales en relación con la prueba. Debemos pensar a PISA como una referencia más, sumadas al ONE, al Observatorio de la Unesco, y a las que seamos capaces de construir en el futuro, que mejoren nuestras opciones. Por eso debemos articular los datos que nos aportan, con nuestra propia información acerca de la deserción, la repitencia, la extra edad. Las reformas exitosas de la región, como la brasileña, empiezan a mostrar que el tiempo de la inclusión y el de la calidad van juntos en las políticas educativas. Los chicos permanecen y fracasan menos, en las buenas escuelas, las que no pierden su objetivo central: enseñar. De lo que se trata es de plantearnos metas de mejora y tener la mayor cantidad de información posible para ir ajustando nuestras estrategias. Es muy bueno saber más acerca de lo que los chicos saben y no saben, del modo en que su origen social, el orden de las aulas, el tamaño de los grupos, la antigüedad o capacitación de sus docentes influyen en su aprendizaje. Ahora, con esa información, tenemos que tomar decisiones, sino sería como hacerse todos los chequeos y no tomar después la medicación, ni respetar los consejos del médico. La Ciudad toma una decisión acertada en dirección a construir una mejor escuela pública. Los porteños sabremos más acerca de los resultados de nuestras estrategias educativas, del modo en que estamos garantizando el derecho a aprender de nuestros chicos. Director del Centro de Estudios en Políticas Públicas .

viernes, 23 de diciembre de 2011

Los niños y los adolescentes no están en la agenda de la TV abierta. En los noticieros, los menores sólo aparecen como víctimas y en casos de violencia.

Los niños y los adolescentes no están en la agenda de la TV abierta. En los noticieros, los menores sólo aparecen como víctimas y en casos de violencia. Por José Crettaz | LA NACION Los niños y los adolescentes prácticamente no están en la agenda de temas de los noticieros de la televisión abierta argentina, y cuando aparecen, la mitad de las veces lo hacen en relación con hechos de violencia.
Esa es la principal conclusión del estudio La niñez en los noticieros , realizado por la asociación civil Periodismo Social y el Observatorio de la Televisión de la Universidad Austral. Según el trabajo, que será presentado públicamente pasado mañana, sólo el 12,4% del total de las noticias emitidas en los noticieros hacen referencia a los niños y los adolescentes, aunque la franja de 0 a 18 años representa el 35% de la población del país. Y de aquel porcentaje el 43,2% se refiere a hechos de violencia en los que los menores aparecen como víctimas, pero también como victimarios. Después de los temas vinculados con la violencia, las menciones a los chicos aparecen relacionadas con la educación, 21,6%; salud, 13,52; accidentes, 5,41%, y abandono, 5,41%. La cultura, derecho de familia, comportamiento, discapacidad, pobreza, expresión, trabajo infantil, medio ambiente y tecnología oscilan entre el 2,7% y el 0,5% de las menciones. Hechos puntuales En las conclusiones del trabajo, se sostiene además que la mayoría de las noticias sobre violencia e infancia se reduce a crónicas que informan sobre un hecho puntual y que desaparecen de la agenda mediática al día siguiente. Del total, sólo el 6,2% de las menciones correspondieron a informes especiales que profundizaron en el tema, con información contextualizada, diferentes voces, estadísticas y citas de legislación. De acuerdo con esta investigación, la primera de este tipo en el país, en algunos noticieros la presencia de la violencia como factor predominante en la cobertura de la información sobre los niños en televisión es mayor. En América Noticias llega al 54,5%, algo más que Telefé Noticias y Telenueve , que le dedican el 50%. En otras palabras, la mitad o más de las referencias informativas a menores en la TV abierta está relacionada con hechos de violencia. En Telenoche ese número baja al 45%, y en Visión 7 , al 20 por ciento. Como datos positivos del relevamiento, la mayoría de las notas emitidas respetan el derecho a la intimidad y a la identidad de los chicos y las chicas (78,3% y 86,4%), respectivamente. En la elaboración del estudio se analizaron más de 600 noticias de los informativos de los cinco canales de aire de la ciudad de Buenos Aires. Todos los noticieros analizados corresponden a las ediciones vespertinas -que se emiten entre las 19 y las 21- y el relevamiento se realizó entre los meses de septiembre y noviembre de 2010. Agenda mediática "En el período analizado no se registraron casos policiales resonantes protagonizados por chicos menores de edad que hayan conmocionado a la opinión pública y acaparado la agenda mediática con el debate sobre bajar o no la edad de imputabilidad, como sí ocurrió en enero de 2011 con el asesinato de un hombre, en La Plata, a manos de un adolescente", se destaca en las conclusiones del estudio, que puede verse completo en http://bit.ly/menoresenTV . Los adolescentes de entre 13 y 18 años conforman el grupo de edad sobre el que más se interesaron los noticieros a la hora de informar sobre menores y violencia. "La TV es un gran creador de imaginarios sociales. Hay mucha juventud sin proyecto propio que se está mirando en ese espejo y viendo una realidad contra la que pareciera que no se puede hacer nada", afirmó Alicia Cytrynblum, de Periodismo Social, una asociación civil dedicada a promover un abordaje más equitativo del sector social en la prensa. "Lo que nos cuentan algunos responsables de los noticieros que fueron entrevistados es que cuando intentan decir que los niños o jóvenes que son agentes de violencia sino también víctimas los televidentes se enojan mucho. La televisión es también un producto de una sociedad que tiene que madurar", explicó Cytrynblum. "En muchos casos, además son noticias espectacularizadas, que sólo apuntan a atraer al público con cierta morbosidad, golpes bajos, planos que no protegen adecuadamente la identidad del menor que es víctima o que identifican su domicilio, entre otros detalles. Hay temas que tienen que ver con la infancia que están claramente ausentes: explotación, discapacidad o trabajo infantil, por citar algunos", concluyó Gabriela Fabbro, directora del Observatorio de la Televisión de la Universidad Austral.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Violencia en TV: instan a explicar a los chicos qué es lo que está mal

Lo plantea Orozco Gómez, experto en aprendizaje y comunicación, para recuperar valores Por Alejandra Rey | LA NACION Cuando a Candela la asesinaron y los detalles de su cuerpito destrozado eran noticia desde la mañana hasta la noche, ya no alcanzó con apagar el televisor y hubo que explicarles el caso a los chicos. Pero ¿lo hicimos bien? ¿Cómo se les dice a los hijos que esa nena vivía en un mundo de droga, prostitución y cárceles, y que es la excepción y no la regla? "Hay que educar la mirada con las pantallas encendidas. La represión no funciona a mediano plazo, crea más curiosidad y no le da a la persona las herramientas para saber cómo digerir imágenes en otros momentos, o cuando se tope con ellas. Hay que hacer una educación al lenguaje de la imagen para ver más allá de lo que es evidente a primera vista", dice el mexicano Guillermo Orozco Gómez, autor de trabajos sobre comunicación y medios e investigador de la recepción y la alfabetización audiovisual. Orozco Gómez, que vive en un país violento donde la pantalla alterna las muertes de mujeres en Ciudad Juárez con culebrones arcaicos, dice que la imagen en las pantallas siempre es una representación y que toda representación por definición es una construcción. "Por eso -agrega- hay que ejercitarse en el lenguaje de la imagen o alfabetizarse a la imagen, como a la escritura y a lo digital. Hay que conocer qué piensan los niños y desde dónde lo piensan y qué quieren y por qué hacen lo que hacen. Hay que saber preguntar." Orozco Gómez utiliza películas para educar a niños, padres y profesores cuando da conferencias y coincide con La Nacion en que la problemática de la violencia abarca a toda América latina. Es decir, se universalizó la maldad a partir de la ausencia de fronteras y pone al bullying como un caso testigo de cómo la violencia termina siendo normal en sociedades que no la admitían. "La violencia se genera desde diversas fuentes. Una es que no hay todo para todos: algunos no tienen y quieren tener; otros quieren tener más, lo cual es un motor para conseguirlo, pero, dado que no hay abundancia, cada vez hay menos de todo, y conseguir lo que uno quiere no es un mero acto de voluntad, sino que implica quitárselo a otro. Ahí viene entonces la violencia. Otra causa es la emocional. En las interacciones sociales es inevitable tener conflictos, el problema es cómo se solucionan y una manera aparentemente fácil y rápida de hacerlo es reaccionando con violencia y eso no se normaliza a partir de un solo acto, sino que se requiere la cultivación de la violencia a lo largo de muchos actos violentos", dice el especialista. Entonces cuenta lo que sucede en México, donde el narcotráfico asesina a cientos de personas por día; el ansia de pasar la frontera de los Estados Unidos deja un tendal de muertos de hambre, frío y sed y la matanza de mujeres en Ciudad Juárez, por negarse a prostituirse. ¿Cómo se aborda semejante tema? "Directamente no se habla -dice-. Hace poco se hizo una moción jurídica para tipificar los asesinatos de mujeres como feminicidios, lo que representa un avance jurídico en el papel, pero en la práctica el problema es la impunidad de este tipo de asesinatos. Hay una cultura machista y muchos estereotipos sobre la conducta de la mujer en relación con el hombre que hace que las denuncias no prosperen. A veces se aumenta la pena por asesinatos de mujeres, pero antes que eso es importante que no haya impunidad, las penas no sirven de nada si no hay a quién aplicarlas." -¿Qué pasa con la cantidad de tiempo que los chicos están frente a la pantalla? -Actualmente los medios y dispositivos de comunicación, como el cine, la tele, los videojuegos, la computadora, Internet y las redes sociales incluyen cada vez más productos audiovisuales, donde la violencia ocupa un porcentaje creciente de tiempo de pantalla. Esto plantea dos grandes problemas: de cantidad y de calidad de violencia expuesta. Por ejemplo, la violencia se va naturalizando como algo inevitable en las interacciones humanas y es un ingrediente necesario para darle acción y emoción a cualquier narrativa. Y es ahí donde el especialista apuesta a lo bueno de la imagen, es decir, a enseñar por medio de la imagen: "Para transmitir algo siempre hay dos maneras, la explicita o escenificando lo que se quiere enseñar de manera integrada en una trama. Esta segunda manera tiende a ser más efectiva y, de hecho, es como se trasmite la violencia en las pantallas. La ficción ha mostrado ser una opción de representación audiovisual muy eficaz para la trasmisión de valores e ideología a las audiencias. Si además se acompaña con algún material didáctico impreso, mejor. Hay que hacer películas y videos muy entretenidos en los que se pongan en juego los derechos humanos, sus maneras de infringirse y las de respetarse de manera natural". El mexicano dice que la ignorancia se combate con programación explícita y cuenta que en el continente hay una demanda fuerte sobre temas de la vida cotidiana que casi nunca la televisión atiende, como la salud, los derechos humanos, la convivencia, el medio ambiente o temas jurídicos. Y propone hacer entrevistas con especialistas a partir de casos que envía el público, la gente, que es en definitiva la que padece la violencia. -¿Hay un discurso único para enseñar qué es la violencia o la imagen es lo mejor? -La imagen es un discurso también. No separaría el discurso oral o escrito de la imagen o discurso visual. Lo audiovisual es un compuesto muy interesante que me parece que tiene mayor potencial de impacto en las audiencias. Lo audiovisual es una combinación de discursos diferentes, con mayor grado de reproducción, con mayor fidelidad sobre lo que se representa y con mayor verosimilitud.