miércoles, 29 de febrero de 2012

Claves para hablar con nuestros hijos adolescentes

por Pilar Guebe y Carlos Goñi En la relación entre padres e hijos, la clave está en el diálogo. Hablar de un problema es tenerlo ya medio solucionado. Pretender educar sin propiciar el diálogo es como intentar construir una casa sin una segura cimentación. Pero, ¡cuánto cuesta hablar con los hijos adolescentes! ¡Cuántas conversaciones acaban en monólogos! ¡Cuántas parecen “diálogos de sordos”! ¡Cuántas finalizan en una nueva pelea! “Mi hijo no me escucha”, “no se puede hablar con ella”, “siempre acabamos a gritos”, “parece que hablemos idiomas diferentes”… suelen ser las quejas justificadas de muchos padres. La verdad es que no resulta fácil hablar con ellos, sin embargo, hay que intentarlo. Quizá se podría empezar teniendo en cuenta que el diálogo con adolescentes tiene unos requisitos propios: En primer lugar, se trata de crear el ambiente propicio y buscar el momento adecuado: no cuando los padres quieren, sino cuando ellos lo necesitan. No es fácil estipular un momento al día para hablar, porque quizá “tenga que contar algo” en el momento menos oportuno. En ese caso hay que dejarlo todo y atenderle, porque, aunque en ese preciso instante haya cosas muy urgentes, seguro que no hay nada más importante. Si se deja pasar la ocasión, porque “ahora no, que estoy ocupada” o “después me lo cuentas, que tengo trabajo”, habrá desaparecido para siempre. Por eso, es decisivo que sepan que cuentan siempre con sus padres, que estamos ahí, y que lo estemos realmente. El requisito de toda comunicación es la confianza. Si la primera vez que un hijo nos hace una confidencia “un poco fuerte”, nos echamos las manos a la cabeza, armamos un escándalo o lo castigamos severamente, probablemente sea la última vez que se sincera con nosotros. La confianza es una virtud recíproca, quien la otorga la recibe a su vez. No es una virtud que se adquiere, sino que se da: la condición de todo diálogo. Si no confiamos en nuestros hijos, si no les damos confianza, aunque nos resulte difícil e, incluso, nos parezca arriesgado, nos quedaremos sin saber lo que les pasa. El tercer requisito para que funcione el diálogo con hijos adolescentes es aceptar sus formas. No podemos esperar que todo funcione como una balsa de aceite. La serenidad la tenemos que poner los adultos; los hijos tendrán probablemente salidas de tono, levantarán la voz o discutirán apasionadamente. Pretender una conversación afable con un hijo o una hija adolescente es no entender su registro. Mediante el diálogo se razona. No se trata de entablar batallas dialécticas, en las que pierde el que menos grita y no gana nadie, sino de razonar y hacer razonar. Pero eso no se consigue a base de poner sobre la mesa buenas razones desde nuestro punto de vista, sino de presentarles razones que tengan peso para ellos. Puede que para un adolescente “estudiar para llegar a ser algo en la vida” no tenga tanto peso como “estudiar para poder trabajar en lo que le gusta”. En quinto lugar, padres e hijos debemos intentar llegar a establecer pactos. El “regateo” puede ser una forma de conversación que da mucho juego. Aquí hay que saber ceder en lo superficial, para “ganar” en lo esencial. Quizá merezca la pena “cambiar” un corte de pelo o un tatuaje por un domingo con la familia. La cuestión es que cuando se pacta, se produce un compromiso y el compromiso une. Por último, hay que aprovechar el diálogo para dar criterios a los hijos. No se trata de hacer de cada conversación un sermón o una reprimenda, que generalmente no sirve para nada, porque el hijo ya está sobre aviso. Los típicos sermones o broncas se parecen a esa tormenta que, como se ve venir, nos da tiempo a refugiarnos o a coger el paraguas: te puedes mojar la primera vez, pero no las sucesivas. Siguiendo con el símil, las conversaciones con los hijos adolescentes no deberían ser tormentosas, sino como un fino “calabobos” que no logra alarmarnos lo suficiente como para buscar un refugio o sacar el paraguas, pero que acaba mojándonos. Ese “chirimiri” continuo permite que los padres podamos ir sembrando valores y criterios en nuestros hijos. En todo momento debemos procurar transmitir optimismo, quizá es lo que más necesitan en la etapa vital que están viviendo. Si somos unos padres gruñones que sólo sabemos quejarnos por todo, que siempre estamos “rallando” con lo mismo, que somos incapaces de ver lo positivo de sus cosas, seguramente estaremos levantando sin querer un muro que intercepta toda comunicación. Algunas expresiones, que usamos demasiado a menudo, como: “Estoy harta de ti”, “Eres incapaz de hacerlo”, “Aprende de tu hermano”, “Me matas a disgustos”… no propician el diálogo, sino todo lo contrario. Mejor adoptar una actitud optimista y decir cosas como: “Estoy seguro de que eres capaz de hacerlo”, “Estoy muy orgulloso de ti”, “Noto que cada día eres mejor”, “Tú lo lograrás”…, seguro que hablamos más con nuestros hijos, porque encuentran en notros “unos padres con los que se puede hablar”. Pilar Guembe y Carlos Goñi Autores del libro No se lo digas a mis padres (Ariel). http://www.psicopedagogia.com/

lunes, 27 de febrero de 2012

El 75% de los jóvenes opta por las carreras tradicionales

Pese a que hay más opciones, medicina, derecho y arquitectura son aún las más elegidas Por Alejandra Rey | LA NACION Aunque en el país existen 5136 opciones de estudios en entidades públicas; 4339, en instituciones privadas; 26 títulos internacionales, y 137 posibilidades en universidades provinciales, el 75% de los jóvenes elige todavía las carreras tradicionales. Los datos surgen de una encuesta realizada por www.quevasaestudiar.com , el sitio oficial de ExpoUniversidad -muestra que se realizará en La Rural del próximo 19 al 22 de octubre-, sobre un universo de 500 jóvenes de entre 18 y 21 años. El resultado fue el siguiente: el 18% de los consultados eligió Medicina; el 12%, Derecho; 12%, Arquitectura; 10%, Contador Público; 9%, Licenciatura en Turismo; 9%, Licenciatura en Psicología, y 5%, Licenciatura en Administración de Empresas. Sin embargo, en el sitio web (donde se pueden consultar todas las opciones para estudiar a nivel terciario y universitario y donde están contempladas las carreras de pregrado, de grado, posgrados y terciarios), la primera carrera elegida para indagar es Derecho. En el ranking de las carreras más consultadas -no confundir con "elegidas"- le siguen: Administración de Empresas; Medicina; Ingeniería en Sistemas; Publicidad; Ingeniería Naval; Marketing; Recursos Humanos; Azafata-Comisario a Bordo y Administración y Gerenciamiento. Curioso, porque los interesados bucean en esas asignaturas por Internet, pero se terminan decidiendo por lo clásico y desechan otras posibilidades nuevas, más cortas y menos tradicionales, como Analista universitario en monitoreo del ambiente; Agrimensura; Analista químico; Ciclo de licenciatura en animación sociocultural, Ingeniería en ecología o Veterinaria. ¿A qué obedece esta elección de los clásicos con todas las posibilidades que existen en el mercado? Teresa Martín, integrante del staff de ExpoUniversidad y que tiene a cargo los talleres de la muestra, afirma: "Ante la urgencia de tener que optar se deciden por lo que conocen, sin tener en cuenta toda la oferta. Hoy se suele dar muy poca información desde la escuela media y eso influye en que los chicos terminen eligiendo rápido y no a conciencia. Una carrera tradicional es algo que está probado, de algún modo se puede llegar a tener una inserción estable en el mercado -señala Martín, licenciada en Psicología y editora de Guía de Carreras-, porque si bien la vocación es central a la hora de decidir qué estudiar es importante tener en cuenta cuáles son las carreras que ofrecen mejores posibilidades de trabajo". Es decir, los jóvenes que egresan con 17 años se encuentran ante una oferta abrumadora y no saben qué hacer. Se encuentran con que cada vez hay más lugares de estudios y que, según cifras oficiales, en todo el sistema universitario nacional hay más de 3500 títulos de grado, otorgados por más de 100 instituciones universitarias. Además, deben enfrentarse con los nombres de las carreras: "Muchas veces la misma disciplina tiene otra denominación, eso confunde a los chicos y puede llevar a elegir lo tradicional", finaliza Martín. Oportunidad En tanto, el gerente de ExpoUniversidad, Jaime Jalife, sostiene que el hecho de que los jóvenes se vuelquen a las carreras tradicionales es reflejo de un crecimiento en la oferta educativa. "Hay muchas carreras nuevas o que fueron lanzadas hace pocos años, pero sólo este año parecen estar asomando dentro del abanico de alternativas de los jóvenes. Por eso, ésta es una gran oportunidad para que conozcan la nueva oferta, cuál es el plan de estudios, cuál es la salida laboral, y en el caso de que ya estén decididos pueden confirmar su verdadera vocación, todo en un mismo lugar", señala. En la 16» edición de ExpoUniversidad ( www.expouniversidad.com.ar ), expondrán más de 250 instituciones y habrá talleres, charlas informativas y actividades para todos los niveles. En el universo de posibilidades hay 47 universidades nacionales; 46 privadas; siete institutos universitarios estatales; 12 institutos universitarios privados; una universidad provincial; una extranjera, y una internacional. Según los organizadores, participará personal de admisiones de universidades, terciarios e institutos de capacitación de la Argentina, y el 21 de octubre visitarán el país representantes de casas de altos estudios de los Estados Unidos, Italia, España, Australia, Nueva Zelanda, México, Colombia y Rusia..

viernes, 24 de febrero de 2012

La tarea de los padres

Los adolescentes necesitan al igual que los niños de una vida familiar segura, de un entorno adecuado donde poder encontrar la estabilidad que les conducirá hacia la madurez. Desorientados por sus contradicciones internas, buscan con afán un afecto y dirección donde poder comprender qué les está pasando. El mundo se le aparece bruscamente y así es como él lo explora, sin orden ni concierto, sin inicio lógico; el tiempo pasa pronto y tiene mucho que absorber. Su propio "yo" le deja perplejo y busca en agrupaciones, en valores espirituales,.. comprensión. Se quiere al amigo, se le admira, se confía en él y hasta se le imita. Los padres tendrán que mostrarse seguros para afrontar ese período perturbador, deberán incrementar las normas y orden y sobre todo, tendrán que fomentar el acercamiento afectivo hacia su hijo adolescente porque en ese vínculo es donde equilibraremos al adolescente para lograr que esa etapa sea recordada como una de las mejores de su vida y no como la peor.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El papel de la familia

Las relaciones familiares son fundamentales en el desarrollo de la personalidad, que condicionan la adaptación al medio y que sus problemas pueden incidir en la aparición de trastornos psíquicos y sociales. En las últimas décadas se han producido, con el cambio de las condiciones sociales, modificaciones en la dinámica familiar que han alterado su equilibrio y han hecho entrar en crisis el tipo de familia tradicional. A ello ha contribuido, junto con el factor urbano y de vivienda, la ausencia de los padres por motivos laborales, con lo que el hogar se ha convertido, en muchas ocasiones, en el espacio donde simplemente se come y se duerme. Por otra parte, se han puesto en tela de juicio los roles clásicos de los padres. La autoridad del padre y el simple papel de apoyo de la madre no se consideran hoy válidos. Los cambios en la filosofía de valores y de vida hacen surgir un cúmulo de problemas y de nuevos conflictos en el panorama familiar. En otro orden de cosas, la vida matrimonial y familiar se encuentra frecuentemente desgarrada por problemas de diversa índole que hacen vivir a los hijos en un estado de abandono o de permanente temor, así como descuidados en el aspecto educativo. En estos casos, las tareas y problemas de los padres repercuten necesariamente sobre los hijos.

lunes, 20 de febrero de 2012

El rol del adolescente en la familia

Debe tenerse en cuenta que la familia no se muestra completa en un momento dado, sino que se va formando a lo largo de los años. Las actitudes de los padres cambian: no se trata igual al hijo mayor que al último, más distanciados cronológicamente de los padres. También es diferente la situación del hijo único, ajeno a las rivalidades fraternales, pero que forma parte de un difícil triángulo, en el que la unión exagerada de dos margina al tercero. Los problemas que surgirán en este ultimo caso son más violentos y directos, ya que no hay hermanos para poder desplazar el conflicto. La cuestión es quien se empareja con quien y contra quien. El adolescente que carece de la posibilidad de ayuda de otros miembros jóvenes le obliga a buscar apoyo fuera de la familia o a procurarse la alianza de unos de sus progenitores. Por otra parte los padres sienten temor ante cualquier demanda de mayor libertad e independencia, pues viven con ello una pérdida de su rol de padres y se ven enfrentados a la soledad de la pareja ante el vuelo del hijo. Influencia de la relaciones entre los padres Queda claro que el papel de los padres es de suma importancia para todo el desarrollo de los niños. El problema reside, aparte del método y de las finalidades educativas, en la propia inseguridad de los adultos cuando esta no les permite dar una educación que no suponga a cambio una sobreprotección, que ellos mismos necesitan y que proyectan sobre sus hijos. Cuando la relación entre los padres no es buena (vivan o no bajo el mismo techo), se crean unas tensiones emocionales en la familia que perturban el equilibrio de todos sus componentes. En estas familias los hijos sirven, por un lado, para aliviar la frustración generada en el matrimonio, y, por otro lado, se convierten en los receptores de los conflictos que los padres pueden proyectar y revivir, lo que les lleva a ser manipulados en pro de uno y en perjuicio del otro. El hijo pasa entonces de ser un manipulado a convertirse en manipulador. El niño que ha vivido con inestabilidad será, pues, inestable e inseguro y ello afectará necesariamente a su ulterior elección y relación de pareja. Cuanto más inseguros se sientan los padres, mas necesidad tendrán de aferrarse a sus hijos. Con esto no se pretende decir que todos los hijos de padres separados o divorciados tengan que ser adolescentes inseguros y con dificultades para llegar a ser adultos normales. La ausencia física o psíquica del padre o de la madre por distintos motivos (fallecimiento, viajes, desinterés, incapacidad, etc.) confiere unas características especiales a los hogares y a la relación que se establece entre sus componentes, y, por lo tanto, la situación del joven adolescente que se halle en esta situación se verá afectada por dichas peculiaridades.

viernes, 17 de febrero de 2012

La busqueda de la identidad

Durante la adolescencia la búsqueda de "quien soy" se vuelve particularmente insistente a medida que el sentido de identidad del joven comienza donde, donde termina el proceso de identificación. La identificación se inicia con el moldeamiento del yo por parte de otras personas, pero la información de la identidad implica ser uno mismo, en tanto el adolescente sintetiza más temprano las identificaciones dentro de una nueva estructura psicológica. El primer peligro de esta etapa es la confusión de la identidad, que se manifiesta cuando un joven requiere un tiempo excesivamente largo para llegar para llegar a la edad adulta (después de los treinta años). Sin embargo es normal que se presente algo de confusión en la identidad que responde tanto a la naturaleza caótica de buena parte del comportamiento adolescente como la dolorosa conciencia de los jóvenes acerca de su apariencia. De la crisis de identidad surge la virtud de la fidelidad, lealtad constante, fe o un sentido de pertenencia a alguien amado o a los amigos y compañeros. La fidelidad representa un sentido muy ampliamente desarrollado de confianza; pues en la infancia era importante confiar en otros, en especial a los padres, pero durante la adolescencia es importante confiar en sí mismos.

miércoles, 15 de febrero de 2012

La insercion en la comunidad

Es necesario prever el ambiente favorable en el que, antes de cualquier otra cosa, se aprendan los sentimientos, los valores, los ideales, las actitudes y los hábitos de significación ético social. Es ésta una responsabilidad precisa primero de la familia y después de la escuela; formar en los muchachos personalidades socialmente adaptadas de modo que, al salir del círculo familiar y escolar, puedan ocupar el lugar que les corresponden en la comunidad de los ciudadanos. Hay en las jóvenes actitudes que puedan llamarse prevalentemente sociales, porque están fundadas en necesidades que están en sí mismas orientadas socialmente a la necesidad de aprobación de conformidad, de reconocimiento y participación. Estos factores llevan a la formación de grupos sociales como: clubes, equipos, fraternidades, organizaciones juveniles, etc. La función específica de tales grupos es la de favorecer el proceso de socialización mediante la comunicación entre los hombres. Con participación activa de estos grupos, los adolescentes pueden adquirir muchos de los conceptos fundamentales y de los procedimientos que están en la base de una prospera vida social. Las actividades juveniles hacia la sociedad consideradas globalmente son más bien pesimistas, en el sentido que la sociedad se considere como una construcción arbitraria hacha por los adultos. Esta sociedad de adultos produce en muchos un estado de ánimo de repulsión, en las transacciones, en la astucia o en la fuerza, y muy raras veces en la honestidad. Un rasgo característico del joven es el espíritu de camaradería, que un hecho social elemental, incluso antes de ser un sentimiento. El vínculo camaradería existía ya en los años anteriores, en el ámbito de la escuela; Los jóvenes experimentan una camaradería nueva: nace el sentimiento del compromiso común. La aspiración a la libertad se identifica con la defensa de la persona humana; pero lo que se exige no es tanto el reconocimiento del derecho a ser libre. Hay que tener presente que una cosa es la necesidad de socializarse, y otra la degeneración de esas instancias primitivas en fenómenos de colectivismo que no apagan la agresiva, sino que la exacerban.

lunes, 13 de febrero de 2012

Los miedos en la adolescencia

Si pensamos en la adolescencia como un proceso universal de cambio en busca de una identidad adulta, lo que solo es posible si se hace un duelo por la identidad infantil, debemos pensar la adolescencia como un período de generación de profundos temores. Ante cualquier cambio o situación nueva el ser humano de cualquier edad experimenta una sensación de temor (cambio de empleo, cambio de estado civil, cambio de nivel educativo, etc.). Algunos de los miedos que nos provocaron cambios tan bruscos y radicales son por ejemplo el cambio de voz, cambios corporales, cambios en el núcleo familiar en la búsqueda por diferenciarse, cambio de nivel de enseñanza y el cambio psicológico fundamental que significa la búsqueda de una identidad adulta y su primera experiencia sexual. Con respecto al duelo por la pérdida de su identidad infantil, la idea de la muerte aunque sea simbólica es siempre el lugar común de todos los miedos y angustias. Es la generadora real de todos los miedos que el ser humano deposita en distintas situaciones. Hay en esta etapa una cargada estadística de suicidios o conductas suicidas cuyas causas abarcan motivaciones tan disimiles como la confrontación con el riesgo y el peligro hasta el no deseo de vivir.

sábado, 11 de febrero de 2012

Resistiendo al cambio: la toma de decisiones

Una importante parte del "yo" de todo adolescente, realmente necesita y quiere "libertad", es decir que quiere y puede tomar las riendas de su vida, tomar decisiones responsables y ser un individuo independiente, Sin embargo, otra parte de ese "yo" teme a esa libertad, quiere que lo "salven" de ella, hace todo lo posible para que otro tome decisiones por ellos. El individuo quiere la libertad de tomar sus propias decisiones, pero al mismo tiempo quiere permanecer seguro y protegido al amparo de viejos habitos, y que sea otro el que tome las decisiones. El adolescente se encuentra inmerso en esta crisis, en estos miedos porque ha avanzado a una edad en la cual se comienza a reafirmar la propia individualidad.Para mantenerse mentalmente sano un adolescente necesita darse cuenta de que no es duplicado de alguien, y que los impulsos en que se originan sus acciones vienen desde adentro y no desde afuera, Dicho en otras palabras, para el adolescente es fundamental desarrollar su propia identidad. Para hacerlo, idefectiblemente necesitara tomar decisiones que difieran de las de sus padres, aunque mas no sea para poder darse cuenta de que es capaz de originar ideas propias. Mas adelante cuando el adolescente haya pasado por todo esto y tome conciencia de que efectivamente es un individuo independiente, Es probable que acepte mucha de las ideas de los padres que antes rechazara, pero con la diferencia de que ahora las acepta porque él quiere. Indudablemente representa una terrible presion interior, tomar sus propias decisiones. Pero que tiene miedo de asumirla. Sin ninguna duda una parte del adolescente, honesta y sinceramente desea y necesita liberarse, pero la idea de libertad tambien lo asusta. La tentacion de volver corriendo a la jaula es muy grande, por eso la mayoria de los jovenes lo hace varias veces. La forma de volver a la jaula para un adolescente es conseguir que otro decida por él. Podriamos decir que el adolescente se ha vuelto adicto a que le presten esa atencion negativa. Cada vez que surge la posibilidad de tomar sus propias decisiones, los jovenes reaccionan, provocando a los padres a fin de que asuman la responsabilidad en lugar de ellos. Y los padres lo hacen, dispensandolo, de una u otra forma, "atencion negativa" a traves de una actitud que significa: "te ordeno que hagas tal o cual cosa". Sin que quizas tenga conciencia de este mecanismo, la mayoria de los adolescentes comprende perfectamente bien que es lo que le molesta a sus padres y saben como utilizar ese conocimiento para provocar exactamente el grado de consejo, castigo o desaprobación que están buscando.

jueves, 9 de febrero de 2012

El gran paso: el temor al futuro

En la "normalidad" del proceso de la adolescencia surgen conflictos de índole emocional que ponen de manifiesto los desequilibrios sufridos por el individuo que busca establecer su identidad adulta. En la lucha por moldear su personalidad definitiva, el joven se expone a la angustia que le causa obtener su independencia y definir sus aspiraciones a desarrollarse como persona adulta, provocada por tener que desenvolverse en un medio que no conoce ni domina, y el que muchas veces considera como amenazador. Así aparecen dos fuerzas internas opuestas que operan sobre la conducta del joven. La pérdida de los privilegios de la infancia lo retienen en su avance. La aventura, el desafío de la vida adulta lo impulsan. En su interior entiende que para acceder al mundo de los adultos (con sus ventajas y libertades) debe arriesgarse a perder la seguridad y los privilegios que goza por ser un niño. Esto significa abandonar voluntariamente la protección que le ofrece el entorno familiar y social, para abordar, sin mucho conocimiento, las tareas de una vida adulta. A su vez el medio social, de los adultos, condiciona este proceso de formación de la personalidad, imponiendo reglas o normas sobre el tipo de conducta esperada (modelo de éxito). Estos códigos difieren de los aprendidos durante la niñez, donde se enfatizaba la cooperación, la consideración de los derechos ajenos y el compartir con los demás. El adolescente descubre que el mundo se rige por reglas diferentes respecto de las que ha sido entrenado para cumplir. La moral esperada no es la recibida. También el entorno impone al adolescente la necesidad de dominar conocimientos que requieren de largo aprendizaje o entrenamiento, lo que agrava los sentimientos de insuficiencia, ya que mientras dure el proceso de aprendizaje deberá, en la mayoría de los casos, continuar ligado a la protección familiar, de la que precisamente desea despegar.

martes, 7 de febrero de 2012

La violencia en la adolescencia

Abordar el tema de la adolescencia como período sintomático físico-psicológico es por sí eminentemente complejo. Uno de esos problemas que de alguna manera la implican es el de la VIOLENCIA. El "ir creciendo", el "hacerse adulto" significa, para el adolescente, una etapa de una profunda crisis o "duelo". Por ello el joven se ve atrapado en una crisis interna que puede colisionar en forma severa con los elementos externos que le exhibe toda sociedad. Como dice Rozitchner: "la adolescencia es un período de esclarecimiento. En esos años en los que uno se enfrenta con un conjunto de problemas muy difíciles es verdaderamente imposible estar claro". El entorno que nos rodea parece no contribuir a que esta afectación se atenúe sino que por el contrario la aumente o la dimensione peligrosamente. La cultura imperante los hace aún más afectos a la transgresión.Continúa diciendo este mismo autor: "La independencia no es tampoco posible por el aspecto económico. El adolescente quiere tener su propia plata, tener mayor autonomía, pero no tiene trabajo ni sabe como conseguirlo... Es la edad en donde se tiene una cierta tendencia a la angustia, una cierta oscilación entre sentirse "superbién" y querer matarse, una especie de familiaridad con la idea de la muerte, la sensación de que todo es en vano confirmada por un montón de adultos que nunca terminaron de saber donde estaban ellos mismos". Esa "anormalidad" sintomáticamente NORMAL es al mismo tiempo terrible y no tanto, porque pertenece a esa situación llamada ADOLESCENCIA. Pero a la vez puede conllevar un comportamiento agresivo y rebelde para lo que externamente ya está establecido.