martes, 18 de octubre de 2011

Ante el predominio de las carreras humanísticas: "El país va a necesitar muchos más ingenieros"

Por Patricio Bernabe | LA NACION "La falta de ingenieros ya está generando un cuello de botella en el desarrollo del país." El diagnóstico lo aporta el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, Carlos Rosito, y lo completa con un dato estadístico: el índice de graduación actual en esa carrera es de 5000 personas, entre todas las especialidades y en todo el país. "De continuarse con el actual modelo, como se prevé, ese número debe ser de por lo menos el doble", sostuvo. "Aun cuando el crecimiento no sea del 8% anual, sino de la mitad, el país va a necesitar muchos más ingenieros", añadió Rosito, que fue elegido decano en 2006 y reelegido en 2010. Su mandato finaliza en 2014.Esta es la síntesis del diálogo con el decano: - Un sondeo reciente mostró que los estudiantes argentinos siguen optando por las carreras humanísticas. ¿A qué se debe? -Si bien a nuestra carrera llegan bachilleres, muchos lo hacen de escuelas técnicas, que fueron destruidas. Eso provoca una gran merma. Se las está reconstruyendo, pero eso lleva tiempo. Aparte está el tema del aprendizaje de la matemática. Ahora los estudiantes vienen con una formación muy pobre. Vea lo que pasa en la facultad de La Plata, que toma un examen de ingreso, con resultados catastróficos. También hay un problema cultural, y en eso hay una diferencia muy marcada con los países que más progresan técnicamente, que son los del sudeste asiático. Allí el porcentaje de gente que estudia ingeniería es muy alto: 25, 30, 40%. Acá la media nacional es el 6 por ciento. -También ahora hay muchas más oferta de carreras... -Sí, la oferta es muy grande. Hay estímulos para las llamadas ciencias duras, pero son débiles, la mayoría no los conoce. Las becas del Bicentenario son un esfuerzo importante del Gobierno, que ha invertido algo así como 150 millones de pesos. La intención es buena, pero no ha tenido un impacto significativo. También hay tutorías, pero lo concreto es que la matrícula tiene subas y bajas, con una tendencia muy leve a subir, en los últimos años del orden del 10%. Pero si usted toma otros índices, reflejados por las cámaras del sector, por ejemplo, que el despacho de cemento para obras aumentó el 200%... estamos en un problema. -¿ Y qué se está haciendo al respecto? -En la facultad creamos una subsecretaría de vinculación con la enseñanza media y con el CBC. La idea es llegar a las escuelas medias, tratar de convencer a los chicos de que estudien ingeniería. Dentro del CBC ingresan unos 60.000 alumnos y a eso hay que sumar cientos de miles del secundario. Pero atraerlos no es sólo un tema que cuesta dinero, que, por suerte, ahora es mayor que nunca, hay que conseguir buenos profesores, que no abundan. Tenemos pensado, además, hacer propaganda de la carrera en el subte y en algunas intendencias del conurbano darles a los estudiantes del secundario un curso desde noviembre hasta marzo, que vayan profesores a reforzar lo que saben de matemática para que luego ingresen al CBC mejor preparados. Si no el porcentaje de fracaso es muy alto. Hay un proyecto de hacer un colegio técnico, que sería similar al Nacional de Buenos Aires o al Carlos Pellegrini, que fije un estándar de calidad. Allí no va a poder ir todo el mundo. Y dentro de la universidad estamos tratando de mejorar la atención al alumno, pero no a costa de bajar el nivel de exigencia para que se reciban más... -Todo lo anterior, obviamente, está orientado a hacer menos abrupto el salto del secundario a la facultad, que es muy grande. -Sí. A la escuela se le dio un mazazo terrible en los 90, reconstruir eso es difícil. Hacer un secundario masivo y de calidad es una tarea ciclópea, pero hay que hacerla. Y yo analizaría lo que pasa en el primario. En otros países, se realizan ferias de ciencias, la enseñanza no es repetitiva y dogmática, sino creativa, con proyectos, más atractiva. ¿Cómo le va a gustar al alumno algo que no conoce? Un chico con 17 o 18 años ya trae un bagaje que es muy difícil de modificar. Y tampoco tenemos derecho a hacerlo. - ¿El índice de deserción en la carrera es alto? -Muy alto. En los primeros años es importante, porque muchos encuentran materias difíciles y no las pueden superar, debido a la pobre formación que traen. Después del segundo o tercer año se tiende a estabilizar, pero luego hay un "estiramiento" de la carrera, porque debido a la falta de ingenieros es muy fácil conseguir trabajos técnicos en la industria. Hay 26.000 estudiantes que hicieron más del 80% de la carrera y no se reciben. Algunos ya son gerentes, ganan bien y tienen responsabilidades que les impiden estudiar. No es tan malo para el país, porque ya están produciendo. Pero la falta de ingenieros está siendo un cuello de botella en el desarrollo. He hablado con gente de empresas constructoras que dicen que no pueden aceptar más trabajos porque no tienen la cantidad suficiente de ingenieros. -¿Qué puede pasar si esto sigue así? -Si sigue este índice de crecimiento, va a ser peor. Hay gente que ha traído ingenieros de afuera, y estudiantes de posgrado de otros países se quedan a trabajar acá. Vienen de Colombia, de Ecuador. La demanda es muy fuerte. Pero la idea no es robarles los ingenieros a otro país, sino desarrollar nuestros propios ingenieros. - ¿Qué papel le cabe a la industria en este punto? -La industria debe tener una visión más a largo plazo. En los altos niveles dirigenciales hay comprensión del problema, lo hemos hablado. Hay empresas que vienen a ofrecer becas y les digo que ya en esas especialidades ya están todos becados. Lo que necesitamos son más alumnos, hay becas que quedan sin cubrir. - En otros países hay una relación más directa y fluida entre el mundo de la universidad y el del trabajo. Y a veces se establecen cupos por carrera. -Bueno, eso no está en la tradición argentina. Además, se genera un conflicto entre el derecho individual a estudiar lo que uno quiere y el proyecto de la universidad nacional; es un problema filosófico muy profundo. Acá los chicos suelen inclinarse a las humanidades porque las consideran más fáciles. Ingeniería, por ejemplo, es una carrera larga y dura, en los países asiáticos eso no es un problema. En Corea del Sur, China o la India hay una predisposición a otro tipo de carreras porque la población siente que está formando parte de un proceso de desarrollo. CARLOS ROSITO Decano de Ingeniería de la UBA Profesión: ingeniero Edad: 68 años Origen: Argentina Graduado en la UBA en 1968 con diploma de honor. Máster de Ciencia en Cuántica Electrónica y doctor en Física (Universidad de Essex, Gran Bretaña). Decano de la facultad de la UBA por dos períodos (2006-2010 y 2010-2014).

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